Suiza es para los amantes de la nieve el lugar
perfecto donde practicar esquí. Un total de 180 escuelas de esquí y snowboard
imparten en todo el país clases profesionales de deportes de invierno en todas
las categorías, desde principiantes hasta los más avanzados.
Es imposible viajar a Suiza
y no poder practicar esquí en, prácticamente, todas sus montañas. Además
también posee la pista para trineos
más larga de Europa, la Big Pintenfritz, desde las localidades montañosas de
Faulhorn pasando por Bussalp y hasta Grindelwald, un total de 15 kilómetros con
un desnivel de 1.600 metros.
Pero si lo nuestro no son los esquís ni los
trineos, otra de las posibilidades que ofrecen las montañas de Suiza es rodar
sobre la nieve con las snowXbike de
Engelberg. Se trata de motocicletas eléctricas de motocross provistas de una
oruga y un esquí dirigible que las transforman en verdaderos vehículos de
nieve. También existen versiones juniors para niños. O las Snowbike sin motor, es decir, se traviesa la nieve con dos esquís
cortos y una especie de bicicleta adaptada, donde la peculiaridad es ir
haciendo curvas para disfrutar de la sensación que produce este deporte.
Una de las modalidades más de moda en el país,
sobre todo el centro, es el tubing
que consiste en deslizarse sobre un flotador inflable a toda velocidad por una
pista de nieve. Ideal para los que desean notar el frío más intenso de los
Alpes y, de paso, quemar calorías. También está de moda todo un clásico, el patinaje sobre hielo destacable en la
zona de Alvaneu, 3 kilómetros de recorrido en un espectacular camino de hielo
por los bosques nevados.
Y para los más atrevidos, viajar a Suiza es
poder practicar el snowkite donde
gracias a esquís o tabla, ligados a una cometa, se pueden realizar pequeños
saltos -aunque es obligatorio aprenderlo antes de realizarlo por la
peligrosidad que conlleva-. Para finalizar y para aquellos que prefieren
tranquilidad, las excursiones de
invierno –mejor planificadas y con todos los utensilios necesarios- por las
blancas montañas suizas. Bastón en mano recorrer kilómetros y kilómetros
haciendo paradas cada treinta minutos para beber y recargar energía gracias a
los famosos chocolates y quesos suizos exportados a medio mundo.
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