Sus días y sus
noches se encuentran entre los más fríos del planeta. Y no es raro visitar esta
isla, tupida por un blanco manto de nieve.
Es un lugar concebido casi por y para la tranquilidad y alejada de los
grandes circuitos turísticos. La isla de St. Lawrence o isla de San Lorenzo es
una isla perdida en el extremo norte
del planeta apta para aquellos que prefieren viajar a los sitios menos
conocidos.
Situada en el
estrecho de Bering y perteneciente al ya de por si frío estado de Alaska, la
isla de St. Lawrence es también concebida como la frontera física entre EEUU y
Asia o EEUU y su eterno rival, Rusia. De hecho, está más cerca de este último
país que de EEUU pero sus habitantes se consideran tan norteamericanos como los
de cualquier otro estado del país.
Esta pequeña
isla, el destino más remoto de
EEUU, está considerada por una gran parte de la comunidad científica como
uno de los últimos trozos de tierra que unían hace millones de años, en la
época del Pleistoceno, ambos continentes en uno solo. El movimiento de las
placas teutónicas los separó hasta las partes de tierra diferenciadas que
conocemos hoy en día.
La isla de St. Lawrence o la isla de San Lorenzo solo
está habitada por poco más de 1.200 personas, y eso pese a su “mediano” tamaño
de 140 km y 35 de ancho. Es la sexta isla más grande de EEUU y se encuentra
formada por dos asentamientos, Savoonga y Gambell, ambos con una población algo
superior a los 600 habitantes y en el extremo más al norte de la isla, con lo
que el sur de la misma se encuentra totalmente deshabitada. La isla de St.
Lawrence solo tiene montañas pero carece casi en su totalidad de árboles.
Las 1.200
personas que residen en ella son yupik suberianos y viven en la actualidad de
la pesca y la cría de renos, aunque también comercian con su propia artesanía
basada en el marfil de morsas y ballenas. Los yupik son los originarios de la
isla de St. Lawrence desde hace ya más de mil años en este destino, el más
remoto de los EEUU.
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